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Discurso de Florencia Parly

Ministro de las Fuerzas Armadas

Sr. Jefe del Estado Mayor Naval,  

Almirantes, oficiales, suboficiales, intendentes y marineros del trueno y de la escuadra de submarinos de ataque nuclear,  

Queridas familias, queridos amigos de los marineros de La Minerve,  

El amor al mar es grande. 

Está la libertad de los espacios infinitos y el ardor de la hoja. Está el murmullo incesante de las olas y el silencio del abismo. Existe el amor por la aventura tripulada y la pasión por la Marina. Hermosa y orgullosa casa exigente que defiende nuestros valores. También están los vientos atormentados y las tormentas improvisadas, los relámpagos atronadores, la espuma y la crueldad de las olas. Está el ardor por domar la naturaleza, y la humildad ante la inmensidad. Hay barcos que no vuelven. 

Grande es el misterio del mar. 

Hace 51 años, el 27 de enero de 1968, 52 marineros desaparecieron a bordo del Minerve en el silencio del Mediterráneo. Luego se implementan todos los medios para encontrar las huellas de la tripulación. La investigación es minuciosa, llevada a cabo con perseverancia. Movilizan a la gran familia de la Armada, Comandante Cousteau, Profesor Rocard. Pero las profundidades son insondables y la incertidumbre insoportable. 

Queridas familias, no puedo imaginar el dolor que fue de ustedes. No puedo imaginar el dolor de un duelo imposible. Sé que el tiempo no borra ni el dolor ni la memoria y quiero deciros hoy que Francia nunca ha olvidado a vuestros padres, vuestros maridos, vuestros novios, vuestros hijos, vuestros hermanos. Nunca te hemos olvidado y tú nunca te has rendido. Durante 50 años nunca te rendiste.  

Se han llevado a cabo varias campañas de investigación. El drama de Eurídice conduce a nuevas exploraciones que terminan en otro fracaso. 

El silencio se espesa, las esperanzas se desvanecen. En los albores de 50 años de silencio, vuelves a llamar a la Marina.  

Es cierto que hoy en día las profundidades del mar ya no nos resultan tan desconocidas como hace 50 años. A medida que avanzan los avances tecnológicos y las destrezas, el fondo marino va revelando poco a poco su secreto.  

En el Mar Argentino se encontraron los restos del submarino San Juan, desaparecido en 2017, un año después. El secreto de Minerva puede estar a nuestro alcance. 

Pero nadie se atreve a soñar con ver cumplido este deseo.  

El Jefe del Estado Mayor Naval me envió entonces una carta, una carta describiendo el alcance del progreso tecnológico y las nuevas perspectivas que se nos ofrecen. Una carta sugiriendo que considere una nueva investigación para Minerva 

Almirante, gracias. 

Veo en esta carta el símbolo de una Marina que nunca olvida a su gente, que cultiva el espíritu de equipo en la profundidad de los lazos históricos y del pasado tanto como sabe hacerlo en el presente. Hay un rayo de esperanza, es débil, vacilante, tan frágil. Sobre todo, existe el temor de suscitar nuevas esperanzas frustradas. La sombra de la desilusión acecha, pero este rayo de esperanza es muy real, queridas familias.   

Los suyos han dedicado toda su vida a Francia, se han entregado en cuerpo y alma por Francia.  

Francia nunca abandona a sus hijos, y por eso, el 5 de febrero de 2019, tomé la decisión de relanzar las operaciones de búsqueda de los restos del Minerve.  

Hemos emprendido esta investigación ocultando nuestras esperanzas, hemos movilizado los medios más preciados de la Armada, pero también los de muchos socios civiles nacionales e internacionales. La Comisión de Energía Atómica ha retomado los trabajos de delimitación desde cero del área de búsqueda, y para la exploración se han fletado los drones submarinos de la empresa Océan Infinity. Y, durante una tarde de verano, frente a Toulon, en la más completa oscuridad, a una profundidad de 2370 m, aparece. Ella aparece en la pantalla de los robots, iluminada por sus potentes focos.  

Es el 21 de julio de 2019 a las 19:10,   Se encuentra Minerva. 

Francia está atónita y fascinada. Nuevamente, nunca puedo imaginar la confusión de sentimientos que debe haber surgido en ti, pero espero desde el fondo de mi corazón que este descubrimiento y esta nueva certeza sean una fuente de apaciguamiento._cc781905-5cde-3194-bb3b- 136bad5cf58d_

Los marineros de La Minerve descansan aquí en el mar, el mar que amaban, el mar que eligieron como profesión. Un trabajo extraordinario.   El mar es   su mausoleo, y ahora hemos encontrado su tumba. 

Es a ella a quien nos inclinamos, es a ella a quien floreceremos. Esta es la tumba de una tripulación unida.  

Unidos en la muerte como lo estuvo en la vida  

Vuestros padres, vuestros maridos, vuestros novios, vuestros hijos, vuestros hermanos han sido durante estos 50 años los hermanos de toda la comunidad marinera y lo seguirán siendo. Nuestros esfuerzos por encontrarlos son una señal de ello. No detienen la memoria, la calman y la prolongan. 

También voy a rendir homenaje a los valientes submarinistas que regresaron al mar después de esta tragedia y después de la del Eurídice. Su compromiso inquebrantable, más fuerte que el miedo, ilustra toda la pasión que tienen por su profesión, toda su pasión por servir a Francia.  

Y hoy me gustaría dirigirme a los submarinistas presentes.  

El arma submarina es fruto de una historia de un esfuerzo paciente y constante de nuestro país, de una transmisión, donde tú tienes toda tu parte al igual que tus mayores. El éxito de esta transmisión es ante todo que vosotros mismos habéis aceptado comprometeros resuelta y libremente con esta fuerza excepcional, para moldearos en la profesionalidad y el rigor a pesar de los peligros conocidos y los riesgos asumidos. Ser submarinistas es consentir voluntariamente hábitos extraordinarios. Es una cotidianidad precisa, un trabajo minucioso y riguroso en las profundidades del silencio. Es el recuerdo vivo, y mantenido, de todos los marineros que han dado forma a nuestra fuerza submarina, y nuestra disuasión oceánica con audacia, constancia y competencia. Y nuestro país sabe lo que le debe a los submarinistas, nuestro país sabe lo que le debe a los marineros de La Minerve. 

  Y en la calma de las sombras marinas, Francia agradecida se inclina. 

Viva la república, viva Francia

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